domingo, 28 de agosto de 2011

Una experiencia inolvidable

Queridos hermanos y amigos, quiero transmitiros la gran emoción que aún hoy me acompaña, tras haber vivido en primera persona la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Madrid.

Cuando nos ponemos en manos de Dios, Él hace que todo se multiplique, que todo adquiera un sentido más pleno, más santo, más feliz e inexplicable.



Viendo imágenes en la televisión, imágenes que nos emocionan y nos hacen pensar acerca de la inmensa movilización de jóvenes a escala mundial, me atrevo a decir que no queda reflejada toda la realidad, pues cuando uno se ve sumergido entre miles y miles de personas, tan distintas, de tan separadas procedencias, razas, culturas, idiomas, pero que sienten todas con el  mismo corazón, el que Cristo nos ha dado, te das cuenta de que Jesucristo está vivo, y lo está de una manera vibrante en su Iglesia.

Es muy emocionante ver al Papa. Siempre lo es, pues para un cristiano, él significa mucho. Es la piedra que hace que la Iglesia se apoye siempre en Cristo, con la acción de su Espíritu por voluntad del Padre.


Es difícil explicar qué se siente cuando uno ve al Santo Padre, sea el que sea en cada momento de la historia, pues todos han sido llamados por Dios a servirle en su Iglesia. Un anciano de 84 años, con una expresión germánica tan limitada por los años y la timidez, tan sencillo…, pero es él, es Pedro, que  como en el Evangelio del pasado domingo XXI del T. Ordinario, vuelve a repetir como lo ha hecho en Madrid: “Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16), la verdad que nos hace libres y felices, la que da sentido a toda la existencia.


Puedo decir que estos días en Madrid, en los que he pedido a Dios por tantas cosas, y especialmente por mi pueblo y Parroquia de San Isidro, han sido para mí un precioso encuentro con el Señor, una experiencia verdadera de lo que es y debe ser la Iglesia.

Invito a todos a ver los videos de estos días pasados, y a leer y releer los mensajes de Benedicto XVI, pues es la voz del Espíritu la que por medio del Papa nos invita a ser hoy cristianos, “respondiendo con amor a quien por amor ha dado su vida por nosotros”.


Rezad siempre por el Papa, por su salud, su alegría, su celo por las almas, porque siempre se sienta confortado por el Espíritu Santo para poder llevar a buen puerto la barca de nuestra Iglesia.

Que el Señor os bendiga a todos, en esta última etapa del verano, preparando ya el nuevo curso.


Un abrazo y mi oración.

viernes, 8 de julio de 2011

Carta por la festividad de San Isidro

Alabado sea Jesucristo
Queridos hermanos y amigos:

Un año más celebramos el patronazgo de San Isidro, el agricultor bueno y fiel, que nos enseña a vivir la actualidad de un mundo en el que ayer y hoy podemos ser modernos y profundamente cristianos. Son días de dar gracias a Dios por todo cuanto nos concede, a pesar de la dura situación que atravesamos por la crisis moral que desemboca en la sociedad y la economía.

Quiero invitaros desde estas líneas a mirar hacia delante, a caminar con esperanza, poniendo en Dios nuestras ilusiones, trabajando duro como lo hacéis, y no dejándoos desalentar por nada. Confiar en Dios supone siempre poner nuestra vida en quien nunca nos abandona, en el único que es consuelo en la dificultad y fuerza y ánimo para caminar.


Pido a Dios especialmente por todas las familias de nuestro pueblo, y recuerdo de manera especial a las que sufren por la falta de trabajo; pongo ante Dios a tantos niños y jóvenes que en lo profundo de su corazón le buscan y aún no le han encontrado. Tengo presentes a nuestros mayores impedidos y a los enfermos; a los hermanos que han llegado a nuestra tierra procedentes de otros lugares del mundo y encuentran dificultades para regularizar su situación social.

Deseo que estos días sean de paz y alegría para todos, pues el Dios de la vida y Señor de la historia camina junto a nosotros, y ha querido ponernos bajo la protección de un hombre que brilla desde el cielo, haciendo que nuestras cosechas y frutos sean abundantes si nos dejamos irradiar por su luz; los frutos de la tierra, y sobre todo, los del corazón.

Felices fiestas y un fuerte abrazo de vuestro párroco.

José María Sánchez García.